En días pasados nos reunimos con Adriana Pardo (prima de Diego) y su hijo Sebastián, vinieron junto con un par de más de familiares a nuestra casa para hacer pasta fresca, con una máquina típica italiana, una monferrina.
Es clave hacer la masa con sémola y no con harina, es más saludable porque se evita comer tanto almidón y se usa mejor la parte de proteina de los granos de trigo.
Mezclamos con la masa (solo huevo y sémola) un poco de espinaca cocinada con un poco de sal. Al pasar la masa varias veces por los rodillos, ésta se vuelve más homogénea, no solo en su contextura sino que los pedasos de espinaca se muelen y reparten por toda la masa, esta es la razón del color verdoso que ven en las fotos de abajo.
Hicimos spaghetti, tagliatelle y capeletti o sombreritos. Preparamos una salsa a base de crema de leche, champiñones y aceite de oliva, que no puede faltar. Servimos junto con queso parmesano que rayamos a mano, sale incluso más económico comprar el bloque de 200 o 300 gramos que comprar el paquete de queso ya rayado y el sabor es incomparable.
La pasta fresca antes de secarse, e incluso después, se cocina muy rápido. Con esta masa claramente queda más fácilmente
al dente porque al ser a base de proteinas (la pasta más comercial normalmente tiene agua y almidón de trigo en su masa) da una textura más consistente menos babosa.